Porque Madrid, en realidad no es nada especial. No tiene un gran río, ni apenas rascacielos. Ni canales, ni lagos. Ni gloriosas ruinas, ni mar. A Madrid le faltan muchas cosas. Pero tiene la gente por las calles. El rincón inesperado. La variedad. El contraste. La animación constante. Y sus costumbres. Vale la pena levantarse temprano- por una sola vez- para vivir un día la vida de Madrid.
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